El presidente estadounidense Donald Trump ha firmado una orden ejecutiva “secreta” que autoriza al Pentágono a usar fuerza militar contra cárteles de droga latinoamericanos designados como organizaciones terroristas. Esta medida, reportada inicialmente por The New York Times, marca una escalada sin precedentes en la estrategia estadounidense para enfrentar el narcotráfico en el hemisferio occidental.
La nueva directriz permite al Departamento de Defensa coordinar operaciones militares tanto en tierra como en el mar contra grupos como el Cartel de los Soles, Tren de Aragua y la MS-13. Estas organizaciones, además de cárteles mexicanos como Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, fueron incluidas en la lista de terroristas internacionales, lo que amplía el marco legal para aplicar medidas militares.
A pesar de la agresividad de la medida, los funcionarios señalan que el uso directo de fuerza aún no es inminente. El Pentágono ha sido instruido para desarrollar opciones tácticas, que incluyen vigilancia con drones, operaciones navales e incluso incursiones limitadas, aunque sin despliegues terrestres en México. El secretario de Estado, Marco Rubio, enfatizó que tratar a los cárteles como “organizaciones armadas terroristas” permite emplear una variedad de herramientas, no solo de seguridad sino también militares.
La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, desestimó cualquier posibilidad de invasión: afirmó que no habrá presencia militar estadounidense en territorio mexicano y destacó que su gobierno fue informado de la orden, la cual, según dijo, “no tiene que ver con nuestro país”. Expertos advierten que esta estrategia unilateral podría erosionar la cooperación bilateral y enfrentar desafíos legales tanto en EE. UU. como en el plano internacional.
Esta escalada se inscribe en una ofensiva más amplia de la administración Trump, que incluye no solo la designación de estos grupos como terroristas, sino también aranceles, recompensas millonarias por información (como los $50 millones para arrestar a Nicolás Maduro) y una política endurecida de control de fronteras e inmigración. Mientras tanto, el riesgo de repercusiones diplomáticas y legales sigue latente, en momentos en que la confrontación con el narcotráfico parece orientarse cada vez más hacia un enfoque militar.