El Giro de Italia 2025 nos tuvo al borde del sillón por tres semanas. Entre ascensos interminables, curvas cerradas, clima impredecible y estrategias milimétricas, el mundo del ciclismo vivió una edición cargada de emoción. Y ahí, en medio del pelotón y la élite mundial, estaba Isaac del Toro, el joven mexicano que soñó con vestir de rosa hasta el final.
El Giro de Italia no es una simple carrera. Es una batalla de 21 etapas, 3,400 km aproximados, cruzando montañas alpinas, pavimento urbano y pueblos que parecen detenidos en el tiempo. Esta edición fue especialmente dura, con varias etapas de alta montaña y condiciones climáticas complicadas. Desde el inicio, los favoritos eran nombres conocidos: Tadej Pogačar, Richard Carapaz, João Almeida, y entre ellos, con menos reflectores pero con toda la ambición, Isaac del Toro.
El mexicano no tardó en dejar huella: ganó la etapa 6 con un ataque fulminante en el último kilómetro, se colocó entre los líderes generales y tomó la maglia rosa (el maillot del líder) en la etapa 9. Nadie lo había previsto. Pero ahí estaba: 21 años, delgado, determinado, con una mezcla de humildad y coraje que enamoró a la afición italiana y sorprendió al mundo entero.
En la montaña más temida del Giro, el Colle delle Finestre, se escribió el giro dramático de esta historia. En esta etapa reina (etiquetada de “terror” por la prensa italiana), los escaladores sabían que era “ahora o nunca”. Y Simon Yates, veterano británico del Team Jayco AlUla, jugó su última carta. Mientras Del Toro y Carapaz se vigilaban, Yates atacó en solitario, subió como un rayo y bajó como un vendaval. Para cuando cruzó la meta, había arrebatado el liderato general con casi 4 minutos de ventaja.
Fue un golpe duro. Del Toro, con el rostro lleno de barro y dolor, cruzó la meta sabiendo que el sueño de ganar el Giro en su primera participación se le había escapado entre los dedos. Pero también sabiendo que había demostrado algo más importante: que tiene todo para ganar uno en el futuro.
Con solo 21 años, Isaac del Toro ya se perfila como el ciclista más importante en la historia de México. Su actuación en este Giro lo convierte en una figura a seguir y seguramente atraerá más oportunidades, patrocinios y participación en carreras como el Tour de Francia o la Vuelta a España.
Además, seguirá compitiendo con el UAE Team Emirates, uno de los equipos más poderosos del mundo, al lado de Tadej Pogačar. Lo están formando con visión de futuro. Este tipo de experiencias no solo lo fortalecen como atleta, sino también como símbolo para las nuevas generaciones.
Sin embargo, el verdadero desafío está en casa. Porque mientras Isaac escala montañas en Europa, México sigue sin invertir seriamente en el ciclismo profesional. Faltan escuelas de formación, competencias locales, apoyo estatal y cobertura mediática. Las figuras como Del Toro (o antes, Raúl Alcalá o los hermanos Salas) nacen casi por milagro, luchando contra el desinterés institucional y la escasez de oportunidades.
El Giro de Italia 2025 no terminó con una victoria mexicana, pero sí con una promesa cumplida: México tiene talento para competir al tú por tú contra las potencias del ciclismo mundial. Y aunque Isaac del Toro no subió al podio de Roma como líder, sí lo hizo como símbolo de lucha, entrega y potencial.
Lo que sigue para él es seguir entrenando, compitiendo y soñando. Lo que sigue para nosotros es mirar más allá del fútbol y empezar a fomentar, desde escuelas hasta gobiernos, deportes que también nos pueden dar gloria.
Porque si algo dejó claro este Giro es que la cima no está tan lejos cuando uno se atreve a pedalearla.