Pemex actualmente le debe a Grupo Carso, propiedad del magnate Carlos Slim, más de 700 millones de dólares, deuda acumulada en gran parte durante los últimos dos años con servicios de perforación y contratos de hidrocarburos gestionados por subsidiarias de Slim. Esta deuda incluye servicios integrales proporcionados por Carso Energy y otras firmas del conglomerado.
El origen del adeudo se remonta a facturas impagadas por servicios petroleros contratados hace hasta dos años, muchas de las cuales aún no han sido formalmente reconocidas por Pemex, lo que retrasa su cobro y complica la relación financiera entre ambas partes. Arturo Spínola, director financiero de Grupo Carso, reveló en julio de 2025 que algunas cuentas tienen entre 18 y 24 meses de retraso.
Este problema se inscribe dentro de una crisis más amplia: Pemex enfrenta una deuda total que supera los 100 mil millones de dólares, de los cuales alrededor de 20 mil millones corresponden a proveedores y contratistas, incluyendo esta partida con Grupo Carso. La empresa estatal es considerada la más endeudada del mundo, no solo por deuda financiera sino por impagos operativos.
El contexto macroeconómico y regulatorio también ha jugado un papel clave. Pemex ha tenido que absorber un régimen fiscal muy exigente y enfrentarse a caídas en su producción, mientras el gobierno mexicano ha tenido que implementar planes de financiamiento y refinanciamiento mediante emisión de deuda pública que respalda a la petrolera, así como reformas fiscales y estructurales para intentar sanear su liquidez.
Por su parte, Carlos Slim ha buscado posicionarse como un actor clave en la reactivación del sector energético mexicano, incluso mediante asociaciones estratégicas como contratos mixtos donde Pemex conserva al menos 40% pero los privados financian la producción inmediata. No obstante, su capacidad financiera tampoco sería suficiente para resolver la deuda estructural de la petrolera sin un plan integral y participación estatal.