En No tengas miedo (título original Never Flinch), Stephen King demuestra que sigue siendo el maestro indiscutible del relato oscuro y absorbente. La trama se bifurca en dos hilos que, aunque inicialmente distantes, terminan cruzándose con una precisión quirúrgica.
Por un lado, Holly Gibney —detective privada y figura recurrente desde Mr. Mercedes— recibe una carta anónima inquietante: el remitente asegura que matará a “trece inocentes y un culpable” en nombre de una misteriosa justicia. Este enigma la lanza a una carrera contrarreloj en la que cada pista revela una nueva capa de violencia y obsesión.
Por otro, seguimos a una reconocida activista feminista que se encuentra de gira por Estados Unidos. Lo que empieza como un enfrentamiento virtual con un acosador anónimo escala hacia un acoso físico cada vez más peligroso, poniendo en riesgo no solo su vida, sino también su causa.
King logra un equilibrio perfecto entre el thriller de investigación y el terror social. En esta novela, el miedo no se esconde únicamente en callejones oscuros o mentes perturbadas: se instala también en espacios públicos, en la cultura de la imagen y en los discursos polarizados. Con diálogos afilados, un ritmo que no concede tregua y un subtexto que reflexiona sobre la justicia, la venganza y el poder de la empatía, No tengas miedo es tanto un entretenimiento intenso como una crítica a los males contemporáneos.
Holly, más madura y segura que en sus apariciones previas, se convierte en el ancla emocional de la historia. Sus dudas y miedos conviven con una férrea determinación que la obliga a enfrentarse no solo a criminales, sino también a las sombras de su propio pasado.
Con No tengas miedo, Stephen King confirma que, incluso después de décadas de carrera, sigue encontrando nuevas formas de inquietar, provocar y mantener a sus lectores al filo de la página. Es un libro que late con tensión constante, que invita a no apartar la mirada… aunque hacerlo pueda resultar más cómodo que enfrentarse a la verdad.