María Asunción Sandoval de Zarco, la primera mujer que obtuvo el título de abogada en México, una figura que, aunque olvidada por muchos, marcó un antes y un después en la historia del derecho, la educación y el feminismo en el país. Nacida en 1872, en una época en la que a las mujeres se les prohibía soñar con un futuro profesional, María Asunción se atrevió no solo a soñar, sino a desafiar abiertamente los límites impuestos por una sociedad profundamente patriarcal. Su vida, marcada por el esfuerzo y la inteligencia, representa uno de los primeros pasos hacia la conquista de los espacios académicos y jurídicos por parte de las mujeres mexicanas.
Desde joven mostró una inclinación por el estudio, lo cual la llevó a ingresar en 1887 a la Escuela Nacional Preparatoria, siendo parte de la primera generación femenina admitida. Allí coincidió con otras pioneras como Matilde Montoya, la primera médica del país. Sus estudios estuvieron llenos de obstáculos económicos y sociales, pero gracias a su destacado rendimiento académico obtuvo becas del gobierno que le permitieron continuar. En 1892 ingresó a la Escuela Nacional de Jurisprudencia, y el 9 de julio de 1898, tras presentar su tesis Derechos del hombre como base de la unidad de legislación en el derecho civil, se convirtió oficialmente en la primera licenciada en Derecho del país. Su examen profesional causó gran impresión: la prensa destacó su dominio del tema y la serenidad con la que respondió ante un jurado exclusivamente masculino.
Ejerció su profesión con una profunda vocación social. Se especializó en Derecho Civil y uno de sus primeros casos fue la defensa exitosa de una mujer acusada injustamente de homicidio. María Asunción no sólo litigó, sino que también alzó la voz desde el activismo. Participó en publicaciones feministas como La Mujer Mexicana y en la Sociedad Protectora de la Mujer, donde propuso mejoras en la legislación laboral y en los derechos de las trabajadoras. En 1903 contrajo matrimonio con el notario Rafael Zarco Romero, con quien compartió vida profesional y familiar, sin dejar de ejercer su carrera. Esta decisión rompía con la idea de que una mujer debía elegir entre lo profesional y lo doméstico.
Su historia, sin embargo, fue durante mucho tiempo silenciada o minimizada. María Asunción falleció en 1943, sin haber recibido en vida el reconocimiento público que merecía. Aun así, su legado ha germinado. Ella abrió las puertas que muchas otras cruzarían en las décadas siguientes. Gracias a su valor y su constancia, el acceso de las mujeres a la universidad, a los colegios profesionales y a los espacios de decisión ya no es una excepción, sino un derecho que seguimos defendiendo.
Recordarla hoy no es solo un acto de justicia, sino también una oportunidad para reflexionar sobre lo que aún falta por lograr. María Asunción Sandoval no fue solo la primera abogada mexicana; fue también un símbolo de la lucha por la equidad educativa y profesional. Su vida nos recuerda que la historia también se construye desde el aula, desde el escritorio, desde el estrado jurídico, y que cada paso que damos hacia la igualdad se apoya sobre los hombros de mujeres como ella.