En el mundo de la medicina, pocas veces se cruza un descubrimiento que combine ciencia, esperanza y posibilidad como lo ha hecho Lenacapavir, un fármaco desarrollado por la farmacéutica Gilead Sciences, que en 2024 fue nombrado “Avance Científico del Año” por la revista Science Aunque originalmente fue aprobado para tratar el VIH en personas con cepas multirresistentes, recientemente ha sorprendido al mundo por su impresionante eficacia como método de prevención. Tanto así, que muchos ya lo consideran una especie de “vacuna” contra el virus, no en el sentido tradicional, sino por su capacidad de prevenir nuevas infecciones con solo dos inyecciones al año.
Lenacapavir funciona de manera distinta a otros tratamientos, pues es un inhibidor de la cápside del virus del VIH. Es decir, ataca una parte fundamental de la estructura del virus y bloquea varias etapas de su ciclo de vida, impidiendo que pueda reproducirse y propagarse en el cuerpo. Esta acción multifacética es lo que lo hace tan eficaz. En ensayos clínicos recientes —como el PURPOSE 1 y PURPOSE 2— los resultados fueron sorprendentes: en el primero, ninguna de las más de 2 mil mujeres cisgénero de África subsahariana que recibieron Lenacapavir contrajo el VIH; y en el segundo, aplicado a hombres cisgénero y personas de género diverso en distintas regiones del mundo, solo se registraron dos infecciones entre más de 2 mil participantes. Esos números equivalen a una eficacia superior al 99.9 %, lo que llevó a detener los estudios antes de tiempo por razones éticas, ya que seguir exponiendo a grupos de control con placebo se consideró injustificable.
El impacto fue tal, que el pasado 18 de junio de 2025, la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU.) aprobó oficialmente el uso de Lenacapavir —comercializado como Yeztugo— como profilaxis pre-exposición (PrEP) en personas sin VIH. Es el primer fármaco que protege contra el virus con una sola inyección cada seis meses, lo que representa un cambio de paradigma frente a tratamientos actuales que requieren pastillas diarias.
Sin embargo, a pesar de su enorme promesa médica, uno de los temas más debatidos es su costo: en Estados Unidos, el precio anual supera los 28 mil dólares, una cifra que limita su acceso para millones de personas. Por fortuna, se están tomando medidas para enfrentar este reto. La propia Gilead ha firmado acuerdos de licencia con seis fabricantes genéricos para que se pueda producir a bajo costo (entre 25 y 40 dólares anuales, según la Universidad de Liverpool) y distribuirse sin margen de ganancia en al menos 120 países. Además, organizaciones internacionales como ONUSIDA, el Fondo Global y la Fundación Bill & Melinda Gates están impulsando acciones para garantizar su disponibilidad en regiones donde más se necesita.
La carrera regulatoria ya está en marcha. Además de EE. UU., Gilead ha solicitado la aprobación del fármaco en países como México, Brasil, Sudáfrica, Argentina y Perú, y la Organización Mundial de la Salud prevé emitir sus propias directrices sobre su uso a lo largo de 2025. Si todo avanza bien, podríamos estar frente a una herramienta clave para alcanzar el objetivo de poner fin a la epidemia del VIH en los próximos años. A esto se suma que ya se está trabajando en una versión anual del tratamiento, con resultados preliminares prometedores que indican que una sola dosis podría proteger durante más de 12 meses.
Lenacapavir es, sin duda, un hito. Pero su éxito no dependerá solo de su potencia científica, sino de que se convierta en un medicamento verdaderamente accesible y equitativo. El futuro del VIH podría cambiar drásticamente gracias a este avance, pero eso solo será posible si las políticas públicas, los sistemas de salud y la voluntad colectiva priorizan el acceso universal.