La pitaya, también conocida como fruta del dragón, es una exquisitez de temporada que adorna los mercados de Chiapas con sus vibrantes colores y su dulce sabor. Su piel, de un rosa intenso o amarillo brillante, esconde una pulpa blanca o roja repleta de pequeñas semillas negras, que aportan una textura única a esta fruta exótica. En Tabasco, su cosecha coincide con los meses más cálidos, convirtiéndola en un símbolo del verano y una delicia refrescante para combatir el calor.
Su cultivo, tradicionalmente arraigado en la región, contribuye a la economía local y a la preservación de las prácticas agrícolas tradicionales. Muchos productores tabasqueños se dedican al cuidado de estas plantas trepadoras, que requieren de un clima cálido y húmedo para prosperar. El resultado es una fruta de alta calidad, con un sabor inigualable que se disfruta fresca, en jugos, helados, o como ingrediente en diversas recetas de la gastronomía tabasqueña.
Más allá de su delicioso sabor, la pitaya destaca por sus propiedades nutricionales. Es rica en vitaminas, minerales y antioxidantes, lo que la convierte en un alimento saludable y beneficioso para la salud. Su consumo regular puede contribuir a mejorar el sistema inmunológico, fortalecer los huesos y proteger contra enfermedades crónicas. Su versatilidad en la cocina la convierte en un ingrediente ideal para postres, bebidas y platillos salados, ofreciendo un toque exótico y saludable a cualquier receta.
En resumen, la pitaya es mucho más que una simple fruta; es un tesoro culinario y nutricional que representa la riqueza y la biodiversidad de Tabasco. Su sabor único, sus propiedades benéficas y su arraigo cultural la convierten en un producto emblemático de la región, digno de ser apreciado y disfrutado durante su temporada. Aprovechemos esta oportunidad para deleitarnos con el sabor de la pitaya y apoyar a los productores locales.