El diseño que adorna la clásica vajilla de Sanborns no nació en México, sino en una tierra lejana, China. La historia que representa ha sido contada por generaciones y tiene unos elementos esenciales: un amor prohibido, una fuga desesperada, y un trágico final transformado en eternidad.
La leyenda compartida por la compañía cuenta que Koong-Se, hija de un poderoso mandarín, se enamoró de Chang, un humilde contador del palacio. El padre, indignado por el romance, despidió al joven y construyó un muro para separar a los enamorados. Luego, arregló el matrimonio de su hija con un noble adinerado, quien llegó en barco con joyas para desposarla.
La boda, sin embargo, no se realizaría hasta que el sauce del jardín perdiera su última flor. Koong-Se aprovechó esa espera para reunirse con su amado. Chang se disfrazó de sirviente y entró al palacio. Robaron las joyas del duque y escaparon juntos en su barco.
Durante un tiempo vivieron en una isla remota, pero el duque los encontró. Como castigo, ambos fueron ejecutados. Sin embargo, los dioses, conmovidos por su amor, los transformaron en un par de palomas para que pudieran estar juntos para siempre. Estas aves son justamente las que aparecen en la parte superior del diseño de la vajilla.
La historia fue adoptada en el siglo XVIII por los fabricantes de porcelana en Inglaterra, específicamente en la ciudad de Stoke-on-Trent, donde nació el icónico diseño ‘Blue Willow’ sauce azul. El estilo fue un éxito y se popularizó rápidamente en Europa.
Fue este mismo patrón el que inspiró a Frank Sanborn, uno de los fundadores de Sanborns, para integrarlo a su cadena de restaurantes. En colaboración con la fábrica mexicana de cerámica Ánfora, nacida en 1920, comenzaron a producir la vajilla nacionalizada que aún se utiliza hoy en día en las sucursales de Sanborns.