Entre la gran variedad de panes dulces que se consumen en México, la concha se mantiene como el más representativo y su inconfundible forma redonda, la textura suave de su miga y la crujiente capa azucarada la han convertido en una pieza esencial en desayunos y meriendas.
La historia del pan en el territorio mexicano comienza tras la conquista, cuando los españoles introdujeron ingredientes y técnicas desconocidas hasta entonces, como el trigo, la levadura y el amasado europeo.
Durante el periodo virreinal, el pan de trigo era consumido principalmente por las clases altas, mientras que los pueblos indígenas continuaban elaborando productos con base en el maíz.
En los conventos y panaderías coloniales, se empezaron a desarrollar piezas de pan con sabor dulce, fuertemente influenciadas por las tradiciones panaderas de España, Francia e Italia. El investigador culinario Ricardo Muñoz Zurita afirma que el pan dulce mexicano nace precisamente de esa mezcla de métodos europeos y sabores autóctonos.