Nacido el 21 de julio de 1899 en Oak Park, Illinois, Ernest Miller Hemingway creció en un ambiente que combinaba el amor por la naturaleza con la curiosidad intelectual. Desde joven, cultivó dos pasiones que marcarían su vida y su obra: la escritura y la aventura. Su carrera literaria comenzó como periodista, lo que forjó su característico estilo sobrio, basado en frases cortas, lenguaje directo y una economía de palabras que revolucionó la narrativa moderna.
Durante la Primera Guerra Mundial, Hemingway sirvió como conductor de ambulancias en el frente italiano, experiencia que le dejó profundas cicatrices físicas y emocionales, y que inspiró novelas como Adiós a las armas. Más tarde, se convirtió en parte de la llamada “Generación Perdida”, un grupo de escritores expatriados en París durante la década de 1920 que, bajo la influencia de Gertrude Stein, exploraron temas como la desilusión, la guerra y la fragilidad de la vida.
Hemingway fue un narrador de historias humanas universales. Obras como El viejo y el mar, que le valió el Premio Pulitzer en 1953, y Por quién doblan las campanas, ambientada en la Guerra Civil Española, reflejan su interés por el coraje, el honor y la lucha contra la adversidad. En 1954, recibió el Premio Nobel de Literatura por su maestría en el arte de la narrativa y por la influencia que ejerció en el estilo contemporáneo.
Más allá de su trabajo, Hemingway vivió con intensidad. Amante de la pesca, la caza, las corridas de toros y los viajes, pasó temporadas en España, Cuba, África y otros rincones del mundo. Esta vida de explorador no solo alimentó su literatura, sino que también contribuyó a su imagen pública como un hombre intrépido, aunque en sus escritos siempre mostró una sensibilidad y vulnerabilidad que contrastaban con esa figura dura.
Sin embargo, sus últimos años estuvieron marcados por problemas de salud física y mental. El 2 de julio de 1961, Hemingway puso fin a su vida en Ketchum, Idaho. Su muerte dejó un vacío en el panorama literario, pero su influencia persiste.
Hoy, Ernest Hemingway es recordado no solo como un escritor de prosa limpia y contundente, sino como un hombre que llevó la literatura fuera de las bibliotecas y la impregnó de la experiencia vital. Su legado es el de un narrador que supo encontrar grandeza en la sencillez y que convirtió la vida —con todas sus batallas— en materia literaria imperecedera.