Gian Lorenzo Bernini (1598–1680) fue uno de los artistas más influyentes del Barroco italiano, reconocido por su extraordinario talento como escultor, arquitecto y pintor. Su capacidad para transformar el mármol en escenas llenas de emoción, dinamismo y teatralidad lo convirtió en el favorito de papas, cardenales y mecenas durante gran parte del siglo XVII.
Desde joven, Bernini mostró una habilidad excepcional. Su obra Apolo y Dafne (1622–1625), realizada para el cardenal Borghese, ya anticipaba su dominio técnico y su interés por capturar el instante dramático. Esta escultura, junto con otras como El rapto de Proserpina o David, consolidaron su reputación como maestro del movimiento y la expresión emocional.
Además de su faceta escultórica, Bernini dejó una profunda huella en la arquitectura de Roma. Es el responsable de la imponente columnata de la Plaza de San Pedro en el Vaticano, concebida como unos “brazos abiertos” que acogen a los fieles. También diseñó obras como el Baldaquino de San Pedro y la Capilla Cornaro, donde se encuentra su célebre escultura El éxtasis de Santa Teresa, una de las piezas más icónicas del Barroco por su fusión de arte, luz y espiritualidad.
Bernini no solo dominó el lenguaje artístico de su tiempo: lo reinventó. Su legado sigue vivo en las plazas, iglesias y museos de Roma, donde el mármol parece respirar bajo su mano. Fue un verdadero artista total que supo unir la belleza, la fe y el poder en un mismo trazo.