El flamboyán ( Delonix regia), también conocido como árbol de fuego o flamboyant, es originario de Madagascar, una isla ubicada en el Océano Índico. Su llamativa floración, con tonos vibrantes que van del rojo escarlata al anaranjado, lo ha convertido en un árbol ornamental sumamente popular en regiones tropicales y subtropicales alrededor del mundo. Su belleza exótica ha cautivado a la gente por siglos, llevando a su propagación a través de diversas rutas comerciales y coloniales.
Su llegada a México se remonta a la época colonial, introduciéndose como planta ornamental en jardines y espacios públicos. Su rápido crecimiento y su espectacular floración lo convirtieron rápidamente en un favorito, extendiéndose con facilidad a través de la dispersión de sus semillas por el viento y aves. Hoy en día, se encuentra ampliamente distribuido en diversas regiones del país, adornando calles, parques y jardines, especialmente en zonas cálidas como Chiapas. Sin embargo, su belleza esconde un lado oscuro.
La exuberante floración del flamboyán, que ocurre principalmente durante la primavera y el verano, es un espectáculo visual impresionante. Sus flores, grandes y llamativas, cubren completamente la copa del árbol, creando un efecto de fuego que contrasta con el verde intenso de su follaje. Esta característica es precisamente la que ha contribuido a su popularidad y a su propagación descontrolada. Pero su crecimiento rápido y su capacidad de reproducirse con facilidad lo convierten en una especie altamente competitiva.
Desafortunadamente, la belleza del flamboyán tiene un costo ambiental. Al ser una especie invasora, el flamboyán compite agresivamente con la flora nativa por recursos como agua, luz solar y nutrientes. Su sistema radicular extenso y superficial puede dañar infraestructuras como aceras y construcciones, y su denso follaje impide el crecimiento de otras plantas, reduciendo la biodiversidad en los ecosistemas donde se establece. Por lo tanto, si bien su belleza es innegable, es crucial considerar su impacto negativo en el medio ambiente y promover la siembra de especies nativas para mantener el equilibrio ecológico.