La Primera Guerra Mundial, también conocida como la Gran Guerra, fue uno de los conflictos más devastadores del siglo XX. Aunque oficialmente comenzó el 28 de julio de 1914, sus raíces se habían gestado durante años por una compleja red de tensiones políticas, rivalidades imperialistas y alianzas militares entre las grandes potencias europeas. El detonante inmediato fue el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria, heredero del Imperio Austrohúngaro, a manos de un nacionalista serbio en Sarajevo. Este hecho provocó que Austria-Hungría declarara la guerra a Serbia, arrastrando consigo a otras naciones debido a las alianzas existentes.
Las principales potencias involucradas se dividieron en dos grandes bloques: por un lado, las Potencias Centrales, lideradas por Alemania, Austria-Hungría y el Imperio Otomano; por el otro, los Aliados, conformados principalmente por Francia, el Reino Unido, Rusia y más tarde Italia y Estados Unidos. A lo largo del conflicto, más de 30 países se vieron implicados, y los combates se extendieron no solo por Europa, sino también por África, Asia y los océanos. La guerra introdujo tecnologías bélicas sin precedentes, como el uso masivo de artillería, trincheras, gases tóxicos y tanques, dejando un saldo de más de 16 millones de muertos entre civiles y soldados.
El origen del conflicto no puede explicarse con un solo motivo, ya que fue producto de una acumulación de factores. El nacionalismo exacerbado, las ambiciones coloniales, la carrera armamentista y la fragilidad diplomática fueron ingredientes clave en esta tragedia. Europa se había convertido en un campo minado de tensiones, y el atentado de Sarajevo solo fue la chispa que encendió la mecha. Alemania y Austria-Hungría buscaron expandir su poder, mientras que Francia y el Reino Unido intentaban mantener su hegemonía colonial. Rusia, por su parte, se posicionó como defensora de los pueblos eslavos, lo que la enfrentó con Austria-Hungría desde el inicio.
La guerra se prolongó durante más de cuatro años, en gran parte por el estancamiento en el frente occidental, donde ambos bandos luchaban en condiciones extremas dentro de un sistema de trincheras. No fue sino hasta 1917 que el rumbo comenzó a cambiar con la entrada de Estados Unidos al conflicto, tras una serie de ataques alemanes a barcos civiles y la revelación del llamado Telegrama Zimmermann. El apoyo estadounidense fue decisivo para inclinar la balanza a favor de los Aliados. Finalmente, el 11 de noviembre de 1918, Alemania firmó el armisticio que puso fin a los combates.
La Primera Guerra Mundial dejó al mundo profundamente marcado. El mapa político de Europa se redibujó, varios imperios colapsaron (austrohúngaro, ruso, otomano y alemán), y se sembraron las semillas de futuros conflictos, incluida la Segunda Guerra Mundial. El Tratado de Versalles, firmado en 1919, impuso duras condiciones a Alemania, generando resentimiento y crisis económica. A pesar de haber sido llamada “la guerra para terminar con todas las guerras”, el conflicto solo fue el inicio de un siglo turbulento y lleno de transformaciones globales.