Cada 3 de junio se celebra el Día Mundial de la Bicicleta, y aunque parezca un simple homenaje a un medio de transporte con más de dos siglos de historia, en realidad es una invitación a repensar la forma en la que nos movemos por el mundo. La bicicleta es mucho más que dos ruedas y un manubrio: es un vehículo de cambio, una aliada silenciosa de la salud, la sostenibilidad y, en muchos casos, la justicia social.
En tiempos donde el tráfico, la contaminación y el sedentarismo parecen ser parte inseparable de la vida urbana, pedalear se convierte en un acto de resistencia. La bicicleta no emite gases, no congestiona calles y, además, ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares, mejora la capacidad pulmonar y disminuye los niveles de estrés. No es casualidad que en muchas ciudades del mundo se haya apostado por ciclovías, sistemas de bici pública y campañas de concientización: cuando se promueve el uso de la bici, también se promueve el bienestar.
Desde el punto de vista ambiental, su impacto es igualmente poderoso. Frente al cambio climático, la bicicleta representa una herramienta accesible para reducir nuestra huella de carbono. Cada kilómetro recorrido en bici en lugar de automóvil representa aire más limpio, menos ruido y más espacio público para las personas. En ciudades donde el transporte público es deficiente o costoso, pedalear puede ser también una forma de inclusión.
Pero para que todo esto funcione, también es necesario hablar de derechos. No se puede promover el uso de la bici sin garantizar seguridad vial, infraestructura adecuada y respeto en las calles. El Día Mundial de la Bicicleta también debe servir para exigir políticas públicas que valoren a quienes se mueven de forma sostenible, y que entiendan que una ciudad pensada para bicicletas es, en el fondo, una ciudad pensada para la vida.
Así que hoy, más allá de celebrar la bicicleta, celebremos a quienes la eligen. Porque cada pedaleo es una declaración: de amor al cuerpo, al planeta y a un futuro más justo y habitable. Que este 3 de junio no sea solo un día conmemorativo, sino un punto de partida para mirar nuestras calles con otros ojos… y quizá con un casco bien puesto.