La historia del libro de bolsillo moderno comienza en 1935 con la creación de Penguin Books en el Reino Unido. Fundada por Allen Lane, la editorial nació con una visión clara: ofrecer libros de calidad literaria a precios bajos, accesibles para el público general. El concepto era simple pero poderoso: ediciones compactas, con portadas llamativas, disponibles en quioscos de tren, farmacias y tiendas de comestibles. De esta forma, la lectura salió de las bibliotecas elitistas y entró en los bolsillos del ciudadano común.
Aunque ya existían versiones más pequeñas y económicas de libros anteriormente, Penguin consolidó el formato moderno y sentó las bases para un cambio estructural en la industria editorial. La idea se propagó rápidamente a otros países. En Estados Unidos, por ejemplo, Pocket Books lanzó su primera serie en 1939, y en el mundo hispanohablante, editoriales como Alianza Editorial y Plaza & Janés popularizaron el formato en las décadas siguientes.
El libro de bolsillo supuso un avance democratizador en muchos sentidos. Su bajo precio permitió que estudiantes, trabajadores y lectores de todos los estratos sociales pudieran acceder a obras clásicas, novelas contemporáneas, ensayos, poesía y más. Su tamaño compacto hizo posible llevar la lectura a todas partes: al transporte público, a la playa, al parque o incluso al trabajo.
Además, facilitó el auge de nuevos autores y géneros, como el noir, la ciencia ficción y la literatura juvenil, que encontraron en el formato una vía ideal para llegar a un público masivo. En tiempos de guerra, por ejemplo, los soldados llevaban libros de bolsillo en sus mochilas como una forma de evadirse, informarse o mantener viva la moral.
El impacto del libro de bolsillo va más allá de su función práctica. Representa un cambio cultural profundo: la idea de que la lectura no debe ser un lujo, sino un derecho. Este formato ayudó a formar generaciones de lectores y a consolidar el hábito de la lectura cotidiana. Hoy, aunque convive con libros digitales y audiolibros, sigue siendo una opción preferida por su comodidad y su valor sentimental.
Muchas editoriales aún apuestan por el libro de bolsillo para lanzar reediciones económicas de grandes obras o para introducir nuevas voces literarias al mercado. Incluso en tiempos dominados por la tecnología, el placer de llevar un libro físico en el bolsillo —con sus páginas arrugadas, sus anotaciones y su olor característico— sigue teniendo un valor único.
El Día del Libro de Bolsillo no solo es una celebración de un formato editorial, sino también de una idea: que la lectura debe ser accesible, portable y libre. Este día nos recuerda que algo tan sencillo como reducir el tamaño de un libro puede abrir mundos enteros a millones de personas. Así que hoy, 30 de julio, es un buen momento para tomar un libro de bolsillo, abrirlo donde sea que estés, y dejarte llevar por la magia de sus páginas.