En las últimas semanas, ha tomado protagonismo la llamada Ley de Telecomunicaciones, apodada por muchos como “Ley Censura”. Esta propuesta busca regular el contenido que circula en internet, con el argumento de proteger a la ciudadanía de discursos de odio, noticias falsas y violencia digital. Sin embargo, ha desatado una ola de críticas por el riesgo que representa para la libertad de expresión.
De aprobarse, la ley permitiría al gobierno solicitar la baja de publicaciones, el bloqueo de cuentas e incluso sancionar a usuarios o plataformas. La ley podría llegar a entrar en vigor una vez que sea aprobada por el Congreso y publicada en el Diario Oficial. Pero su implementación también dependería de la creación de un organismo regulador, que se encargaría de vigilar, evaluar y sancionar. Aquí es donde las alarmas se encienden: ¿quién decidiría qué se puede decir y qué no? ¿Cuáles serían los criterios? ¿Qué pasaría con el derecho a la crítica, el periodismo independiente o incluso los memes?
Los implicados no serían solo medios aplicaría para todos los usuarios de internet: creadores de contenido, periodistas, medios de comunicación, influencers, empresas tecnológicas y organismos gubernamentales. Todos ellos serían observados y, potencialmente, sancionados bajo esta nueva ley junto con periodistas, creadores de contenido y empresas tecnológicas. Para muchos, esto representa un intento de controlar la conversación pública y restringir voces incómodas.
El debate ha estallado en redes sociales, donde miles de usuarios han levantado la voz con hashtags como #LeyCensura, #NoALaLeyCensura o #Leymordaza. Las plataformas digitales (espacios vitales para la crítica y el diálogo) hoy se convierten en el escenario principal de resistencia.
En un mundo tan conectado, intentar silenciar puede generar justo lo contrario: una ciudadanía más alerta y más decidida a defender sus derechos. Porque la libertad en la red, más que un lujo, es una necesidad democrática. Y tú, ¿Qué opinas?