El camino del emprendimiento está lleno de desafíos, pero también de grandes recompensas para quienes están dispuestos a enfrentarlos con pasión y perseverancia. En el mundo de las microempresas, especialmente en la gastronomía, estas cualidades se convierten en los pilares fundamentales para alcanzar el éxito.
Cada platillo, cada proyecto y cada decisión nacen de una combinación de creatividad, esfuerzo y un profundo cariño por lo que se hace. Sin embargo, la capacidad de adaptarnos, aprender del fracaso y mantenernos enfocados en nuestros objetivos es lo que realmente define nuestro destino. Hoy conoceremos la historia de un emprendedor que nos demuestra que, con determinación y trabajo constante, no hay límites para lo que podemos lograr.
- ¿Qué te inspiró a dedicarte a la gastronomía y cuándo supiste que querías ser chef?
Mi interés por la gastronomía comenzó en la preparatoria. Hice un examen psicométrico que mostró mis aptitudes; la primera opción fue Gastronomía, seguida de Diseño Gráfico, Arquitectura y Psicología. En ese momento, mi plan inicial era estudiar diseño gráfico, ya que desde pequeño me gustaba pintar con óleo, acrílico y prismacolor. Sin embargo, mi familia no estaba muy convencida.
Después de ver los resultados del examen, me mostraron folletos de carreras y recuerdo haberme enamorado de un tríptico donde aparecía un chef montando un plato. Ahí comprendí que la gastronomía no solo era cocinar, sino también un arte: diseño, dimensiones, colores, alturas. Pensé: “Esto es lo que quiero hacer”.
Entré a una escuela de gastronomía y, desde las primeras prácticas, descubrí que este era mi camino. Es una profesión que te pone a prueba desde el inicio, y si no es lo tuyo, lo notas rápidamente.
2. ¿Qué te motivó a abrir tu primer negocio gastronómico?
Principalmente, el hambre de ser mejor. En esta carrera, muchas veces es mal pagada si no trabajas en el extranjero o en una zona hotelera. Por eso, decidí aplicar lo aprendido para crear algo propio.
Antes de mi actual negocio, tuve dos proyectos que fracasaron, pero cada uno me dejó lecciones importantes. Esos aprendizajes, sumados a mi experiencia trabajando desde ayudante de cocina hasta gerente regional de una franquicia, fueron como piezas de rompecabezas: aprendí administración, contabilidad, liderazgo, y cómo encabezar un equipo. Cuando juntas todo eso, llega un momento en el que sabes que puedes hacer algo por ti mismo.
Además, emprender requiere sacrificios. Es complicado, especialmente si tienes responsabilidades familiares. Sin embargo, cuando no tienes esas ataduras, puedes darte el lujo de arriesgarte y ver si tu idea funciona. La clave es entender que los resultados no llegan de inmediato. Mi negocio lleva seis años y sigue creciendo poco a poco, como un hijo que apenas está en pañales.
3. ¿Cómo surgió el nombre de tu restaurante?
El nombre ‘Tu Mandarina en Gajos’ nació después de reflexionar sobre lo que quería transmitir. Buscaba algo que conectara con las personas.
Al analizar nombres, noté que muchos restaurantes usan términos relacionados con alimentos como Cúrcuma, Canela y Miel, Azafrán. Quería algo diferente, que hiciera sonreír o provocara curiosidad. Así llegamos a nombres como “Será Melón, será Sandía”, “¿Qué te pasa calabaza?”, hasta que llegamos a ‘Tu Mandarina en Gajos’ y nos encantó porque suena divertido, memorable y crea una conexión orgánica con los clientes.
4. ¿Qué representa la comida que compartes en tu negocio?
Nuestra comida podría considerarse internacional, aunque muchas personas la llaman “gourmet”. Personalmente, no me gusta esa palabra porque a menudo se asocia con precios altos. Nuestro enfoque es ofrecer platillos atractivos y accesibles para estudiantes, trabajadores y jóvenes.
El menú incluye opciones como pizza, paella, lasaña y makis, que son internacionales pero pensados para la gente. La idea es ofrecer calidad y buen sabor a un precio justo, sin inventar el hilo negro.
5. ¿Cuáles fueron los principales desafíos al emprender?
El primer reto fue entender que trabajar con el dinero de alguien más es muy distinto a trabajar con el propio. Cuando llega la primera nómina y sale de tu bolsillo, o cuando empiezas a lidiar con el SAT y la contabilidad, todo cambia.
Además, manejar un equipo en una microempresa es complicado. Con recursos limitados, debes supervisar cada detalle: la operación diaria, la calidad de los platillos, y la experiencia del cliente, especialmente en un negocio con cocina abierta como el nuestro, en el que los clientes ven cómo se preparan los platillos al momento y con alimentos frescos.
6. ¿Cómo transformaste los fracasos en aprendizajes?
Considero que la mentoría de mis antiguos jefes o maestros de cuando yo era más joven. Siempre he creído que los fracasos son una oportunidad para aprender. En la cocina, si un platillo no queda bien, no lo desechas sin más. Analizas qué falló: ¿Fue la técnica, el tiempo de cocción, la temperatura? Esa misma filosofía la aplico en la administración, el manejo de personal y la atención al cliente.
Aprender de los errores es esencial para evolucionar. Si no los analizas, te quedas estancado.
7. ¿Qué papel jugó tu equipo o las personas cercanas en tu proceso?
En los micronegocios, el apoyo de familiares y amigos es fundamental. Ellos son tu pequeño motor inicial. Sin embargo, el verdadero impulso lo da la clientela. Cuando comencé, me puse la filipina y me presenté en mi colonia. Les hablé sobre mi proyecto, les ofrecí comida accesible, y creé un grupo de difusión para enviarles el menú. Así empezó todo, de forma muy orgánica
8. ¿Cómo crees que tu experiencia personal ha influido en tu liderazgo actual?
Mi experiencia personal, tanto en lo profesional como en lo personal, ha sido determinante. A lo largo de los años, he aprendido que el mejoramiento continuo es fundamental. Lo que sabía y hacía hace cinco años no se compara con lo que aplico hoy; ha habido una evolución constante. Además, la adaptación juega un papel clave. Siempre es necesario ajustarse a las circunstancias, establecer metas a corto, mediano y largo plazo, y avanzar paso a paso hacia esos objetivos.
9. ¿Qué consejo le darías a alguien que enfrenta el fracaso en su camino empresarial?
No te rindas. El fracaso es parte del aprendizaje. Incluso después de diez años, seguirás enfrentando retos, porque la vida funciona así: te caes, pero también te levantas. Lo importante es aprender de cada caída y seguir avanzando. Cada fracaso es una oportunidad para crecer.
10. Si pudieras hablar contigo mismo en el pasado, justo antes de comenzar tu camino, ¿Qué consejo te darías?
Es una pregunta que me toca profundamente. Cuando empiezas a emprender, llega un momento, tal vez después de un año o año y medio en el que dudas si estás en el camino correcto, porque no hay una guía clara para emprender. Aunque estudies teoría y práctica en la universidad, el emprendimiento es algo que se aprende sobre la marcha. Le diría al “yo” del pasado: “Échale ganas, no te rindas, sigue adelante sin mirar atrás. Todo esfuerzo valdrá la pena.”
11. ¿Cómo visualizas tu futuro y el de tu negocio en los próximos años?
El futuro siempre es incierto. Aunque uno pueda imaginarse en un nivel completamente diferente en cinco años, la realidad es que cada año trae sus propios retos. La pandemia, por ejemplo, nos enseñó lo impredecible que puede ser todo. Mi objetivo es seguir siendo mejor que hoy, aunque no sé cuánto mejoraré ni en qué dirección irá el negocio. A veces estamos arriba, otras abajo. Puede sonar pesimista, pero prefiero ser realista.
12. ¿Te gustaría agregar algo para nuestros lectores?
Los invito a emprender, aunque reconozco que no es fácil. A veces, los que tienen un trabajo estable quieren emprender, y los emprendedores sueñan con la estabilidad. Al final, lo importante es dedicarse a algo que te apasione. Hagas lo que hagas, hazlo con amor y entrega, porque de ahí saldrá tu sustento, y eso hará que todo valga la pena.